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Jimena González: de la poesía en voz alta a la poesía escrita

¡Hola a todxs! Mi nombre es Jimena González y hoy quiero contarles sobre un proceso particular: ir del spoken word o la poesía en voz alta a la poesía escrita y no al revés. Yo hago poesía en voz alta hace cuatro años, mi trabajo ya ha sido compartido en este blog. Es fácil pensar que para hacer poesía en voz alta es necesario tener experiencia escribiendo poesía o al menos ser un lector ferviente de esta. Sin embargo, conmigo ocurrió de otra forma. 

Mi primer acercamiento a la poesía en voz alta o spoken word

Yo conocí el spoken word, o poesía oral contemporánea, a través de YouTube. Antes de eso, la poesía era el género literario que menos me atraía. Un poco porque la poesía escrita que yo conocía era la clásica de palabras rebuscadas y una solemnidad exagerada.  Quiero compartirles ese video que marcó un antes y un después en la forma en que yo concebía la poesía.

Al escuchar a Sabrina, noté que la poesía escrita no era la única forma poética, y que las posibilidades de ésta se ampliaban cuando la palabra era dicha. Me atravesaba completamente ver cómo su cuerpo se manifestaba junto a su voz, cómo existía una correspondencia entre ambos. 

A este primer acercamiento siguieron otros del mismo tipo. Fue entonces cuando empecé a escuchar con más frecuencia el término de spoken word. Mi curiosidad me llevó a buscar spoken word en México, pues hasta ese momento sólo había escuchado a poetas estadounidenses y argentinos. Esa misma búsqueda me llevó a mi primer slam de poesía. En dicho evento escuché por primera vez a Cynthia Franco y supe que había encontrado mi conexión con lo poético, no desde la poesía escrita, sino desde la poesía en voz alta. 

Escribir para decir y escribir para leer

Estaba decidido. Quería hacer lo mismo que hacían Sabrina y Cynthia. Entregar todo mi cuerpo a lo que digo, estar completamente convencida, proyectar mi voz, interactuar con quien escucha, hacerlo reaccionar. Recuerdo que escribí un texto sobre una cadena de hotmail y que me fue muy difícil leerlo. Me dí cuenta de que mi cuerpo no se sentía cómodo porque me temblaban las manos, no podía dejar de mover los pies y tenía el estómago revuelto. Algo no estaba saliendo bien. 

Entonces, ¿el spoken word no era solamente leer en voz alta? ¿lo que fallaba era mi cuerpo o mi poesía escrita?. Sólo con la experiencia, yendo a uno y otro slam, pude darme cuenta de que mi cuerpo respondía a lo que yo decía desde un lugar honesto, quiero decir, desde un lugar que mi cuerpo experimentaba de forma profunda. También entendí que, cuando escribes para decir en voz alta, tienes que atender al ritmo de tu cuerpo más que respetar el ritmo de escritura que aprendiste en la escuela, por ejemplo. 

Por eso disfruto hacer spoken word más que hacer poesía escrita -es decir, la que se piensa solamente para ser leída por otrxs- , porque a través de este ejercicio pude conocer mi cuerpo en un plano diferente. Sé qué palabras hacen que se me acelere el corazón, qué cosas necesito decir lento y qué sentires necesitan decirse de prisa, pero todo a través de la sustancia que me permite seguir haciendo poesía en voz alta: mi experiencia corporal. 

En ese sentido, no considero que mi escritura haya sido previa a mi ejercicio de la poesía en voz alta, sino que tuve que conocer el ritmo de mi voz y el ritmo de mi cuerpo para hacer poesía escrita cuya enunciación valiera la pena, al menos para mí. Sin embargo, no me atrevería a decir que conozco estos ritmos por completo; pienso que se transforman según cambia mi experiencia corporal. 

Fotografía por el Museo Universitario del Chopo

Poesía en voz alta e improvisación

Después de un tiempo de hacer spoken word con un soporte escrito, llegó el momento en que no tenía idea de qué escribir. En general esto me pasa cuando siento demasiadas cosas al mismo tiempo, tantas que llegan a rebasarme. Recuerdo en específico un evento en un lugar clandestino para el cual me puse la ropa de mi hermano. Arriba llevaba una camisa de camuflaje que fue mi salvación, pues fue el elemento principal con el que improvisé por primera vez. 

La improvisación iba acerca de la militarización del cuerpo, sobre la rigidez y la firmeza que se le exige a nuestras corporalidades para sobrevivir en este mundo que siempre está en guerra. Hasta ahora pienso que eso era lo que me impedía escribir, el exigirme a mí misma tanta firmeza, y mi cuerpo supo manifestarlo cuando llegó el momento. 

La posibilidad de improvisar en el spoken word también me parece fascinante y es otra de las herramientas que me ha brindado para conocer mi cuerpo, aún cuando no tengo palabras para decirlo, me permite saber qué necesito. 

Toco el tema de la improvisación para decir que mi escritura está directamente relacionada con el cuerpo, lo que me lleva al siguiente punto. 

El Spoken Word como generador de colectividad

Me pasó en muchos lugares, desde ese lugar clandestino hasta instituciones oficiales,en los que después de improvisar muchas personas me preguntaban el nombre del poema. Me decían que les había provocado llanto e identificación. Todas esas veces, quienes se me acercaban, eran mujeres, en toda la amplitud de la palabra, y cuerpos disidentes. 

A través de la interacción en el Slam Poetry y otros espacios donde he hecho spoken word, me di cuenta de otra cosa: la poesía en voz alta, a diferencia de la poesía escrita tradicional, genera vínculos entre los cuerpos que dicen y los cuerpos que escuchan. No puede ser de otra forma, porque escuchar es, ante todo, recibir a lxs otrxs. Y no hay cuerpo que necesite más ese vínculo que un cuerpo marginado, excluido o apartado por no pertenecer a la norma. 

Ahí estaba la razón por la que la poesía escrita tradicional nunca me había atraído, porque la poesía que una lee en la secundaria o en la prepa es por excelencia poesía hecha por hombres blancos heterosexuales, y ahí yo no encontré vínculo posible con mi experiencia. 

Por eso quise compartir como fue el proceso de ir desde el spoken word o poesía en voz alta a la escritura. Quisiera que esos cuerpos apartados supieran que existen otras formas de decir y otras formas de escuchar que no sean la escucha pasiva. Que sepan que generar una reacción en quienes escuchan no tiene que ver con escribir con maestría, sino con escribir desde la honestidad. Finalmente, que la honestidad no es para nada parecida a la verdad.

La honestidad es el vínculo profundo entre el cuerpo y la voz, es el cuerpo diciendo lo que lo atraviesa. Y la verdad es impositiva y hegemónica, o sea que pretende ser la misma para todos los cuerpos. Es en conocer lo profundamente conectados que están nuestro cuerpo y nuestra voz, ahí es donde encontramos la poesía. Esa que genera vínculos necesarios y nos hace saber que no estamos completamente solos.

Si alguno de ustedes quiere conocer estos poemas que han surgido a partir de hacer poesía en voz alta, les dejo el enlace a mi blog personal.


También puedes escuchar mi poema Las otras en mi voz y leer las palabras por acá.

Si quieres ver la entrevista que me hicieron para la serie Mujeres y Spoken Word puedes hacerlo aquí.