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Conversación con Edmeé García Diosaloca, convergiendo desde la palabra

Incluso antes de esta conversación con Edmeé García ‘Diosaloca’, #PuntodeConvergencia es algo que ya sucedía y que quisimos trasladar de la intimidad de la sala de la casa a las redes sociales… no se trata de hacer entrevistas, ni crítica; se trata de contarnos qué hacemos y porqué lo estamos haciendo. Es un espacio cuya única prioridad es converger y compartir.

Convergiendo, del verbo somos

Alguna tarde regresé de trabajar y me encontré a una amiga -que pasaba sus vacaciones en mi casa- sentada en la sala, componiendo una canción… otro día estábamos cenando con un grupo y alguien sacó un papel arrugado del saco y nos leyó su cuento más nuevo y más pequeño… en más de una reunión han corrido las guitarras, las canciones, los poemas, las improvisaciones… Y, si todo esto pasa, ¿por qué no lo ponemos frente a una cámara y nos contamos de qué va? Así nació #PuntodeConvergencia. Un proyecto que me gusta, que me divierte, que me da un pretexto más para sentarme a platicar con gente interesante y chingona, gente que está haciendo, que está creando y que está compartiendo.

Poesía es camino

Hablar de la palabra es hablar del vehículo que nos presta y de las razones que es para que nos subamos a ese vehículo. La palabra como medio y como fin; la palabra como inicio y camino.Por eso la palabra no tiene una sola casa ni vive sólo en los libros. Por eso, cuando hay un #PuntodeConvergencia con un trabajador de la palabra, hacemos la poesía nuevamente -cada vez y todas las veces- y sacamos, siempre, a pasear las letras. De esto hablamos en esta conversación con Edmeé García Diosaloca

PdC ha tenido -y seguirá teniendo- invitados de diversas disciplinas. Queremos que la poesía dialogue con la canción, la ilustración, el arte gráfico y visual, las impros… que dialogue incluso con el silencio, si es que fuera necesario.

De la poesía que se escribe a la poesía que se escucha

El cuarto programa de #PuntodeConvergencia fue una muy nutrida conversación con Edmeé García Diosaloca; la plática se fue extendiendo y decidimos no cortar contenido aunque sí dividir el programa en dos partes para hacerlo más accesible a los navegantes de la red.

La primera vez que me tocó compartir la palabra con Edmeé fue en un Encuentro de Poesía Social en Tlaltelolco; ahí estábamos todos, junto a la iglesia y sobre las ruinas, en un punto geográfico de México que ha sido históricamente lugar de sangre, de protesta… un sitio en el que el verbo ha sido acción. Ella habló de la victimización social de la que somos objeto las mujeres, de la necesidad de creernos que no, que el acoso no es nunca culpa nuestra. Y aunque este fue el punto de inicio de una convergencia hermosa, con el tiempo fuimos descubriendo que había muchos otros.

Una de las cosas que más disfruté de la conversación con Edmeé García Diosaloca en #PuntodeConvergencia fue el explorar esta visión compartida de que la poesía no es sólo la palabra y que la palabra no es sólo el sonido del habla, sino todas las combinaciones que la voz y el cuerpo y el ser nos puede brindar.

La poesía como género literario tiene sus normas, sí, y la variedad de sus formas, estructuras y tradiciones hacen que cambie en ella también la musicalidad propia de cada texto. El spoken word tiene también su musicalidad, y el hecho de que este ejercicio poético esté alejado o fuera de esas normas que se consideran ‘clásicas’ no significa que carezca de un ritmo o un sonido propio; incluso, no significa que pueda carecer de ellos.

Esta es una de las búsquedas más complejas e interesantes para quien trabaja la poesía en voz alta. Y es también, quizá, el punto en el que mayor compromiso y honestidad necesita uno tener para con su trabajo y su palabra

La poesía genera comunidad; la comunidad es poesía

Supongamos que pudiéramos, por un momento, diseccionar el ejercicio de ‘hacer poesía en voz alta’. La parte más visible pudiera ser la del poetry slam, que en México se ha ido popularizando en los últimos años, gracias al esfuerzo que han hecho un puñado de tercos -idealistas y amorosos– que van llenando de eventos las ciudades a lo largo y ancho del país.

La gente llega, se inscribe, participa… hay un jurado, un público y un grupo de slammers… hay escenario, voces, ruidos, aplausos, gritos…  sí, pero más allá de la acción específica de hacer un texto en el escenario, está el hecho de la poesía que se comparte y el impacto que está teniendo en su propia comunidad. Luego está el tiempo del silencio. Ahí cuando todo ha terminado y cada uno ha de volver a su cuarto, a la hoja en blanco, a sus convicciones y la lucha personal, a veces -milagrosamente- la comunidad que se ha generado participa también en esto que somos a solas. Porque a veces, también, la poesía es el silencio y de eso también se trata esta conversación con Edmeé García Diosaloca.